domingo, julio 24, 2005

Me enajena ese punto de luz petrificado

hundiéndose en el pozo de los éxtasis

Una serpiente se desliza íntimamente

sus rasgos son gestos insaciables

dóciles bestias con poder enigmático

equilibristas al borde del espasmo

Irreflexiva soy más que mis versos

En el reflujo del abrazo

decanto entre los labios tu mirada potable

Tus huellas dactilares son laberintos

por donde camino tiritando de frío o de no sé qué

pillo de grandes garras como demonio hambriento

Quema mi carne tu ofrenda

mi carne que es hierba de monte

Sobre la ceguera en que me encuentro

sobrevive el prodigio de tus dedos

Y a veces soy tan poca cosa

tan honorablemente pequeñita.

Yo ya no tengo a veces dónde echarme a morir.



(de
En boca de otro, editorial Xilote, junio 1996)

2 comentarios:

Tristán dijo...

"Yo ya no tengo a veces dónde echarme a morir"

¿Tenemos dónde?

¿Tengo dónde?

Más vale sí.

Aunque a veces digo

que más vale no.

No sé.

Nunca sé.

No.

Unknown dijo...

Quién nos dejaría echarnos a morir?
a quién dejaríamos echarse a morir?